martes, 6 de octubre de 2009

Uchucmarca, un relato prehispánico de Francisco Mestanza Navarro.


Autor: Francisco Mestanza Navarro.

Tras la conquista de los huacrachucos, Túpac Yupanqui había proseguido su victoriosa campaña ahora sobre los chachapuyas, cuya dilatada y brava región, era asperísima y muy accidentada.
Después de duros y encarnizados combates, uno a uno, los pueblos de Pías, Condormarca, Bambamarca, Cajamarquilla y Papamarca (hoy Uchucmarca) fueron cayendo bajo la férula incaica. En este último pueblo, la resistencia de los lugareños duró varios días y al final de la contienda casi todos los defensores habían sucumbido. Montones de cadáveres, de ambos bandos, era el saldo aterrador y escalofriante.
En Cabildo-Pampa, así como en otros puntos de la comarca, quedaban dispersos los escasos sobrevivientes, entre civiles y militares, quienes se fueron reagrupando para rehacer sus vidas. Había entre ellos un valeroso jefe chachapuya, llamado Nichán, quien tras su derrota y estar convencido de la magnanimidad del inca decidió rendirse con sus hombres. Tras alcanzar su perdón, bajo la promesa de no volver a tomar las armas contra el Inca y su ejército, quedó libre con sus hombres. El monarca entonces levantó su tienda de campaña en pos de nuevas conquistas. Previamente había consolidado su poder, dejando allí a sus ministros y demás funcionarios en el ejercicio de sus funciones.

El jefe chachapuya, queriendo conocer el lugar exacto por donde se hallaba el inca con su gente, pidió a dos de sus subordinados, a Checonichán y Morinilán, para que fueran a columbrarlos del cerro vecino, desde la cumbre del Churu Guanay. Desde allí vieron, en efecto, que el inca con el grueso de su ejército, se alejaban cada vez más en larga fila india, que semejaba una enorme sierpe, reptando por la sinuosa senda y que se fragmentaba en las pequeñas quebradas, en las cuales desaparecían como tragados por la misma tierra para aparecer de nuevo en las salientes del camino.
Después de un largo rato, la enorme legión de hombres se tornaron invisibles del todo al descender por la fila de Llamactambo; justamente, en la altipampa de este lugar algunas semanas atrás Túpac Yupanqui había mandado al sacrificio muchas llamas como ofrenda y tributo a su padre el sol. En dicho lugar, igualmente había mandado construir uno de los más grandes rediles para albergar a sus llamas, que le servían como bestias de carga.
Después de constatar aquella marcha, con ojos asombrados, ya que nunca antes habían visto un ejército tan numeroso, los dos jóvenes soldados olvidáronse de retornar ante la presencia del jefe. En una actitud de franca desobediencia y de irresponsabilidad, se pusieron a jugar largo rato a las escondidas y luego a las "tumbadas". Los dos mozalbetes tras un breve forcejeo caían al suelo, el uno sobre el otro, para luego incorporarse y seguir cayendo, hasta que uno de ellos lastimó al otro, con lo que comenzaron las recriminaciones y acaloradas discusiones, las cuales dieron paso a una furiosa trifulca, pues menudearon las puñetadas y puntapiés.

Entretanto, las horas fueron transcurriendo inexorablemente. El jefe chachapuya, comprendiendo que sus órdenes no se habían cumplido, se enfadó mucho y sintiéndose impotente para aplicarles la justa sanción con su propia mano, imploró del Dios Inti un ejemplar castigo para esos desobedientes soldados. Sus ruegos fueron escuchados por el astro del día que no tardó en transformarlos en dos cóndores de piedra. Nichán, el jefe chachapuya, quedó sorprendido de aquella curiosa transformación, puesto que aquellas aves de rapiña habían sido las deidades de su nación. Comprendió que sobre ellos se alzaba una deidad poderosa que era el Sol, impuesta por los incas.
Junto a los demás sobrevivientes abandonó su antigua morada, donde ahora sólo deambulaban las almas de sus muertos, para ir en busca de otro lugar, a fin de dar inicio a una nueva vida. Descendió con los demás desde aquellas altas montañas, donde el aire es limpio y transparente, para arribar al valle de Uchucmarca, que gozaba de buen clima, agua en abundancia y tierras fértiles, y allí el grupo decidió establecerse. Pues había encontrado "la tierra de promisión". Mucho tiempo después, al producirse la conquista española, el capitán Juan Pérez de Guevara, reorganizó aquel pueblo al estilo europeo, con calles y plazas, al ser convertida en una reducción de las llactas de Llámac, Chibani y Chibul. Desde entonces tomó el nombre de San Juan Bautista de Uchucmarca.

Nota.- Uchucmarca es un distrito de la provincia de Bolívar,departamento de La Libertad, Perú.Durante el incanato fue una llacta o pueblo principal de la Nación de los Chachapoyas,cuyo territorio abarcaba el actual departamento de Amazonas, las provincias liberteñas de Pataz y Bolívar y gran parte del colindante departamento de San Martin, concretamente las actuales provincias de Moyobamba,Huallaga y Mariscal Cáceres.En este último lugar se encuentra precisamente el Gran Pajatén,que perteneció a esta nación.
Foto: Ramiro Sánchez Navarro muestra un cráneo encontrado en una de las tumbas pertenecientes a los pobladores de la Nación Chachapoyas, en el sector de Guayabamba, comprensión del Distrito de Uchucmarca,Provincia de Bolívar,Departamento de La Libertad, República del Perú.

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